miércoles, 10 de abril de 2013

El eterno retorno de la Geografía


 
 
Sin llegar al determinismo del alemán Karl Haushofer, quien sentenciaba “el espacio rige a la humanidad”, el geógrafo inglés Sir Halford Mackinder expresó con anterioridad que “en el corto plazo la naturaleza siempre prevalece”. Aunque en esta segunda década del tercer milenio la tecnología y el talento humano permiten alteraciones del hábitat que mejoran o empeoran las condiciones de quienes viven en “x” suelo, es un hecho que el estudio de la geografía -de lo que está a la vista aquí y ahora en materia de suelo, subsuelo, superficie y lo que ella trae consigo- permanece, marcando a fuego las condiciones y el propio carácter del pueblo que habita un determinado territorio, trayendo consigo ventajas o desventajas, peligros o tranquilidad.

Combinada con la geografía retornó con fuerza la geopolítica, la manera de explicar fenómenos políticos sobre la base de condiciones geográficas. No en vano recientes estudios refrescan ante el mundo la importancia del factor geográfico y de las acciones geopolíticas que mueven al mundo del presente. Dos libros de moda al respecto de lo que comentamos son “La venganza de la geografía” de Robert Kaplan y “Por qué importa la geografía” de Harm de Blij (ambos Edición Kindle, www.amazon.com). No hay determinismo ciego sino realidades en el análisis de esos autores, realidades que desde nuestra modesta perspectiva hemos venido sosteniendo durante décadas. Ahora es refrescante verlas expuestas en forma global.

Los avances en materia geográfica son notables. Hoy en día las técnicas modernas permiten estudiar todos los aspectos de la corteza terrestre, de los mares, del fondo marino y hasta del espacio exterior. Por otro lado, la geopolítica -con su dinámica conceptualización- nos ayuda a comprender fenómenos que ocurren en los ámbitos internos y en la escena internacional. La geografía manda. Guste o no, esa es la realidad. Nada puede interpretarse adecuadamente desde el punto de vista del análisis político sin una previa mirada al espacio circundante o al simple espacio que ocupamos para vivir, trabajar, dormir, cosechar, guerrear. Hasta para morir precisamos un lugar físico donde reposen nuestros restos. Todo gira en torno al espacio, como tantas veces lo afirmé. En Bolivia hemos tenido pensadores de la talla de Jaime Mendoza y Julio Méndez, quienes mucho tiempo atrás tuvieron la lucidez necesaria para desarrollar temas vinculados con el dominio territorial del país. Sin embargo, el dominio del espacio geográfico siempre fue desdeñado en Bolivia, nunca se le dio la importancia debida pese a las crueles amputaciones sufridas en nuestro cuerpo geográfico. Por eso, pensando en el futuro, hemos machacado durante años en torno a la importancia vital de las condiciones geográficas, aunque sin mucho eco. Es refrescante ver que el asunto surge a nivel globalizado frente a un mundo cambiante -como los giros de un caleidoscopio- donde la geografía hace su eterno retorno, brindando con su mera presencia elementales limitaciones y potencialidades. Como bien afirma Kaplan: “la geografía es el telón de fondo de la historia humana. La posición de un país en el mapa es el primer elemento que le define, más que su filosofía de gobierno”. Debemos volver siempre a la geografía para comprender diversos pormenores de la vida de los pueblos en sí y su permanente interacción a lo largo del tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario